sábado, 16 de enero de 2010

¿Todos los seres humanos son iguales? O un doble discurso inhumano

I.
Un movimiento de placas en la corteza terrestre hizo visible la pobreza extrema en que viven millones de personas. Otras millones de personas, que vivían ajenas a las condiciones en las que sobreviven las primeras –por una historia política, económica y racial injusta que nada tiene que ver con creencias en dioses y pactos con diablos-, enloquecieron ante la falta de información e imágenes sobre el terremoto.

II.
Empezaron a llegar estimados de personas muertas, fotos de niños y niñas con la mitad de la cara vendada y sonidos de llantos. La demora se debió, en parte, a la necesidad de asegurar la frontera para evitar la inmigración ilegal en el momento de crisis. Las millones de personas del segundo grupo se conmovieron al ver las filas de cadáveres en sus televisores plasma.

III.
Las organizaciones internacionales asignaron fondos. Unos países donaron euros, algunos reclutaron rescatistas y otros enviaron doctores. Se realizaron telemaratones y se establecieron centros de acopio de productos de primera necesidad en canchas, bancos, iglesias, escuelas y comercios. Los titulares cambiaron su letra de desolación a una más positiva sobre la ayuda brindada a “nuestros hermanos y hermanas de Haití”.

IV.
Algunas personas del segundo grupo pensaron que era una excelente oportunidad para hacer espacio en su clóset y sacaron ropa para regalarle a las personas damnificadas. Ante la avalancha de vestimenta, los entes organizadores señalaron que era más necesaria la comida enlatada, las medicinas y, sobre todo, el agua embotellada: los seres humanos se pueden mantener vivos sin muchas otras cosas, pero el agua es esencial.

V.
Una residente del municipio de Toa Baja, al norte de Puerto Rico, compró una caja de botellas de agua y la llevó a un coliseo. Su caja se confundió con las que llevaron otras decenas de personas. Más tarde, apareció ante las cámaras Lucé Vela, la “primera dama” que es “maravillosa en todo”, pasándole la caja de agua a un voluntario del centro de acopio, de la forma más maravillosa que se puede pasar una caja de agua: con una gran sonrisa y un peinado perfecto.

VI.
La residente llegó satisfecha a su hogar. Le contó a un vecino que había ayudado a sus “hermanos y hermanas de Haití”. Él le contó que la Autoridad de Energía Eléctrica lo había amenazado con multarlo y cortarle el servicio si seguía permitiendo que una comunidad vecina tomara de su electricidad. La residente le dijo que no se metiera en problemas por ayudar a inmigrantes ilegales que se habían apropiado de un terreno que no les pertenecía. El gobernador lo había explicado en el noticiario: si estaban en esa situación era porque querían.

VII.
Al otro día, Villas del Sol no tenía luz eléctrica ni agua potable. El agua sólo es esencial para los seres humanos.