sábado, 15 de mayo de 2010

¿Por qué creo en esta lucha?

Soy estudiante graduanda de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Me voy a graduar con un excelente promedio y muchos puntos atractivos en mi resumé. Ya pagué los $1,000 del repaso para la reválida, que pienso tomar en septiembre. Tengo una buena oferta para comenzar a trabajar el 1 de octubre.

Con este cuadro, a muchas personas –algunas me lo dicen con admiración, otras con incredulidad y otras desilusionadas- les parece ilógico que apoye la huelga estudiantil, que tiene muchos reclamos válidos, y el más importante de éstos es la derogación de la Certificación 98 de la Junta de Síndicos de la UPR, que pretende que estudiantes que reciben ayuda económica (entiéndase, beca federal Pell) no puedan recibir también exenciones por mérito académico o talento ni otros incentivos económicos.

Estoy en mi último año en la UPR. Los/as estudiantes graduados/as no recibimos beca Pell (aunque sí hay una ayuda económica de $1,000 llamada beca legislativa que, desde antes de la Certificación 98, se le niega a quienes reciben exención de matrícula por ser ayudantes de cátedra e investigación). Los estudios en Derecho que me podrían interesar realizar luego de obtener mi Juris Doctor no se ofrecen en Puerto Rico. ¿Por qué apoyo la huelga si, después de todo, no me afectarán los recortes propuestos y no me voy a beneficiar directamente de los acuerdos que se logren?

Mis compañeros y compañeras en esta lucha enfatizan en que hay que pensar en el colectivo antes que en los planes individuales de cada cual. Aunque creo en esa idea, mi razón para apoyar la huelga es muy individual.

En 1996, luego de que mi papá murió de cáncer del pulmón (¡no fumen!), teníamos miles de dólares en deudas por el año en que estuvo en tratamiento. Mi mamá tomó varios préstamos para poder pagarlas, intentando salvar el crédito perfecto que había tenido hasta entonces. Tocó muchísimas puertas para conseguir un trabajo como maestra en una institución privada, donde sólo le pagaban $1,000 mensuales. Obviamente, sus gastos sobrepasaban sus ingresos, por lo que tuvo que irse a quiebra, no a una quiebra en la que te perdonan todo sino a un capítulo (tipo) en el que te hacen un plan de pago. A pesar de esto, pagó el colegio en el que yo estudiaba hasta 1999, cuando decidí cambiarme a una escuela pública. Mientras, yo, desde los 12 años, trabajé todos los veranos en campamentos y programas similares para que mis gastos personales no afectaran más las finanzas del hogar. Mi hermano, con sólo 17 años, consiguió un trabajo a tiempo completo con el propósito de ayudar económicamente a mi mamá, pero embarazó a su novia y tuvo que dedicar su sueldo a su hijo.

Unos años después, mi mamá consiguió trabajo como maestra bibliotecaria en una escuela pública, por lo que su sueldo aumentó a $1,700 mensuales (es una vergüenza que se le pague tan poco a quienes le brindan el conocimiento básico a gran parte de la población). En el 2003, le exigieron completar un certificado posgraduado en Bibliotecología para mantener su puesto, por lo que, ese año, ella y yo cursamos nuestro primer año de estudios en la UPR, Recinto de Río Piedras.

Ese primer año, no tuve que pagar matrícula, porque me la pagó una beca de una fundación privada, que me gané estando en escuela superior. Asimismo, por los bajos ingresos de mi hogar, recibí la beca Pell completa y cualifiqué para el programa de estudio y trabajo, que es subsidiado con los mismos fondos de las becas Pell, a través del cual fui asistente de cátedra en la Escuela de Comunicación, donde estudié mi primera concentración. Trabajar dentro de la Universidad me permitió involucrarme en actividades extracurriculares, que enriquecieron mi desempeño académico.

Mi mamá y yo terminamos nuestro primer año en la UPR con promedios de 4.00, por lo que cualificamos para exención de matrícula de honor, que mi mamá tuvo en su segundo y último año de certificado y yo mantuve en mis restantes tres años de Bachillerato. Aunque el ingreso de mi casa nunca aumentó y se anunció que habían conseguido más dinero para becas Pell, cada año me redujeron más la beca y no me volvieron a otorgar estudio y trabajo, por lo que trabajé a tiempo parcial fuera de la Universidad para cubrir mis gastos. No desperdicié tiempo ni fondos; me gradué Summa Cum Laude, en cuatro años, con dos concentraciones y un certificado del Programa de Estudios de Honor.

A pesar de que no pagué hospedaje y vivo bastante cerca de la Universidad, en Santurce, todo el dinero de beca Pell que recibí y todos los sueldos que gané en mis trabajos los gasté en libros, copias, equipo audiovisual y otros materiales para mis clases, celular, gasolina, comida y pago del último año de la hipoteca de mi casa. En mi tercer año de Bachillerato, competí por ocho becas privadas, que me permitieron hacer un intercambio de un semestre en España. El semestre antes del viaje, tuve tres trabajos, uno de ellos a jornal en Presidencia de la UPR, para poder comprar las maletas y la ropa de frío.

Si no hubiera tenido el alivio económico de la exención de matrícula combinada con la beca Pell, no hubiera podido estudiar para mantener mis notas y realizar todas las actividades extracurriculares que me sirvieron para ganar las becas privadas de excelencia académica y servicio a la comunidad que recibí para completar mi presupuesto ni hubiera obtenido toda la experiencia que me ha ayudado en mi desempeño profesional y como estudiante graduada.

Como estudiante de Derecho, pagué la matrícula de mi primer año con la beca legislativa y otras dos becas privadas. Un trabajo a tiempo parcial no era suficiente para cubrir mis demás gastos, por lo que tuve que tomar préstamos. Había evitado esta alternativa anteriormente, porque para una persona de clase trabajadora no es tan fácil repagar los préstamos y ya había tenido la experiencia de la quiebra de mi mamá, que tiene el efecto de que te traten como si no existieras. Los otros dos años de Derecho, he participado en el Programa de Experiencias Académicas y Formativas (PEAF) del Decanato de Estudios Graduados e Investigación (DEGI), que dirigía Ana Guadalupe antes de ser colocada como rectora interina. El PEAF brinda exención de matrícula y un estipendio mensual de $800 a estudiantes graduados/as que trabajan como ayudantes de investigación y en tareas similares en la Universidad.

Sin todas esas ayudas e incentivos económicos, no hubiera ni soñado ser abogada. Ahora estoy muy cerca de alcanzarlo, pero, no podría hacerlo sabiendo que le quieren arrebatar las oportunidades que yo tuve a miles de estudiantes que tienen los mismos problemas de recursos que yo y las mismas metas que yo. No podría ser tan malagradecida luego de haber aprovechado la educación de calidad que el Pueblo de Puerto Rico me ha subvencionado. No podría invocar el Derecho viendo cómo le violan los derechos a mis compañeros y compañeras sólo por oponerse a pagar una crisis fiscal que no causaron ellos/as, sino la mala administración de quienes están y han estado en posiciones de poder. No podría trabajar en un tribunal de justicia y dejar que esta injusticia ocurra sin hacer nada.

Por eso, cuando la presidente de la Junta de Síndicos, Ygrí Rivera, declara a la prensa que espera que “se den cuenta de que esto es una huelga irracional”, deseo que se atreva a decírmelo a la cara; a mí y a todos los estudiantes y todas las estudiantes que, como yo, han encontrado en la Universidad de Puerto Rico y en estas ayudas económicas su mejor, y tal vez única, opción para educarse, aspirar a sacar a sus familias de la pobreza y ser útiles a su sociedad. Que me mire a los ojos y me diga que esta lucha es irracional. A mí me sobran las razones.

sábado, 1 de mayo de 2010

Un mar de contradicciones

-publicado en el blog del Colectivo de Prensa Estudiantil Desde Adentro: http://rojogallito.blogspot.com/-

La irresponsabilidad, la falta de razonamiento lógico y de sensibilidad y la actitud violenta y provocadora de la administración de la Universidad de Puerto Rico (UPR) son tales que actúan de forma contraria a sus propios actos y expresiones.

Evidencia #1

Hoy, sábado, primero de mayo, en un escueto comunicado de prensa, la rectora interina del Recinto de Río Piedras de la UPR, Ana Guadalupe, anuncia que el lunes 3 reanudarán las labores administrativas y gerenciales en el campus y que el martes 4 reiniciarán las clases.

Esta comunicación se da luego de que la UPR apelara en el Tribunal Supremo una orden del juez superior José Negrón Fernández para que, precisamente, para el lunes 3, levantara el receso administrativo y académico, que tiene paralizada la institución docente desde el 21 de abril.

La orden se basa en que la Rectora no cumplió con los requisitos de sus propios reglamentos al decretar el receso y, al momento del dictamen, no había subsanado ese error. Nunca ha emitido una resolución fundamentada que justifique su determinación, vigente por tiempo indefinido.

El hecho de que la Universidad acudiera al Supremo y este foro acogiera su recurso tiene el efecto de paralizar la orden del juez Negrón Fernández hasta que el Supremo dilucide los argumentos de ambas partes. El alegato de los estudiantes que solicitaron el interdicto preliminar contra la Universidad se entrega el lunes 3.

Si va a levantar el receso como le pidió el juez, ¿para qué va al Tribunal Supremo y torna académico su propio recurso?

Evidencia #2

En la vista del jueves 29, la Rectora testificó que su “deseo” era que se pudieran reiniciar las labores académicas y administrativas en la Universidad, cosa que le ordenó hacer el juez Negrón Fernández el miércoles 28.

Si es su deseo y se le está ordenando, ¿por qué no levantó el receso entonces y viene a anunciarlo con un recurso pendiente en el Supremo?

Evidencia #3

“Mientras han cerrado el Recinto, vienen al tribunal a decir que los estudiantes no están permitiendo la entrada”, argumentó el abogado Juan Santiago, en la vista del jueves 29, al solicitar la desestimación contra la prueba de la solicitud de interdicto preliminar de la UPR contra Gabriel Laborde, dado que no se presentó evidencia directa que vinculara al único demandado en el pleito con los hechos alegados en la demanda.

La Universidad procedía con “manos sucias”, cosa que no se puede hacer cuando se solicita un remedio en equidad, como lo es el “injunction”.

Evidencia #4

En el caso del interdicto de la UPR contra Laborde, presidente del Consejo General de Estudiantes de Río Piedras, la institución incumplió con las formalidades que requiere este tipo de recurso: que sea jurado, con conocimiento personal de los hechos.

La demanda, firmada bajo juramento por Guadalupe, señala que le constan de propio y personal conocimiento los hechos alegados en ésta, incluyendo el estado de todos los portones del Recinto, que tres personas rociaron con gas pimienta a 19 guardias, y que habían manifestantes encapuchados, con tubos y pedazos de madera. Sin embargo, testificó que no vio ninguno de estos actos ni inspeccionó el área; tampoco tenía una certificación de los supuestos daños.

Más importante aun, declaró que no examinó documento alguno entre las 5:15 y las 9:45 de la mañana de ese día y que no recordaba cuándo ni dónde le tomaron el juramento para la demanda. El recurso juramentado fue entregado en el Tribunal a las 9:40 de ese día y hablaba de hechos ocurridos después de las 5:15.

El abogado contratado por la Universidad, Jorge Pérez Díaz, alegó que a las personas que ocupan altos puestos en las entidades se les imputa que tienen conocimiento personal de todo lo que allí ocurre. Dijo que la Rectora estaba representando a la Universidad, hecho que no se especifica en el juramento, y que no era práctico que la parte demandante, la que tiene el peso de la prueba, tuviera que buscar declaraciones juradas de todas las personas que tuvieran conocimiento de los hechos. No se trata de si es práctico o no, sino de que no se pueden tomar determinaciones judiciales basadas en hechos que no se sabe si son ciertos.

Evidencia #5

En la vista del jueves 29, a pesar de que no se probó hecho directo alguno relacionado con la participación de los y las estudiantes en los portones contra el compañero Laborde, más aun cuando él estuvo en el Tribunal casi todo el tiempo, desde el pasado viernes 23, cuando fue emplazado, Pérez Díaz dijo que “Laborde es el líder indiscutible de este paro, que empezó el 21 de abril y todavía continúa” y sometió una moción de desacato en su contra.

Los únicos hechos que se le pueden adjudicar a Laborde son que presidió la Asamblea General de Estudiantes del 13 de abril, en la que el estudiantado, de forma democrática y legítima, aprobó el voto de paro, y que es parte del Comité Negociador que se seleccionó allí. Pérez Díaz alegó, y el Tribunal de Instancia tomó como cierto sin verificarlo, que el Comité Negociador dirige el paro y que Laborde es el presidente de éste. La realidad es que el Comité no lidera el paro ni tiene presidente y Laborde ni siquiera es uno de los portavoces de este grupo de 16 estudiantes que se dedican a buscar que la Junta de Síndicos escuche sus propuestas para una mejor Universidad.

Evidencia #6

La representación legal contratada por la Universidad alegó que la parte demandada no podía presentar un alegato para pedir la desestimación por no haberse probado el caso por ser ésta una vista de “injunction” y no un juicio. Esto va en contra de sus propios actos, pues presentaron este tipo de moción en la vista de “injunction” de los estudiantes contra la Universidad, la semana anterior y el semestre pasado.

Evidencia #7

También quedó demostrado que la Universidad miente cuando dice que no hay dinero para las exenciones de matrícula que permiten que estudiantes sumamente talentosos y talentosas en el área académica y en la deportiva puedan recibir una buena educación, a la vez que realzan el prestigio de la institución y del País, con sus investigaciones, sus publicaciones, sus participaciones en congresos, sus premios en competencias, sus logros en justas atléticas y la calidad de seres humanos que muestran ser cada vez que representan a su alma máter.

¿Cómo pueden decir que no hay fondos para invertir en estos y estas estudiantes y, a su vez, gastar miles y miles de dólares en pagar una representación legal externa? ¿Cómo le niegan oportunidades a quienes deben ser la razón de ser de la Universidad y se le regalan dinero a Pietrantoni Méndez & Álvarez, uno de los bufetes más costosos de Puerto Rico, teniendo abogadas y abogados internos?

No sorprende por parte de un Gobierno que impulsa la privatización para beneficiar a unos pocos y de una Rectora que, a la pregunta de una periodista de si estaba orgullosa de la calidad de estudiantes que forma su institución, aunque la hubieran demandado, luego de que el juez felicitara a los compañeros Fernando Moreno Orama y Jorge Farinacci Fernós por el profesionalismo que mostraron en su desempeño, contestó que no tenía comentarios. Pero, ciertamente, molesta; molesta, porque no debe ser así.

Colofón

En su solicitud al Supremo, la Universidad alega que “sufre el embate de una ola de manifestaciones violentas e ilegales”. La única violencia que el Pueblo de Puerto Rico ha atestiguado estos días es la de la administración universitaria, en convenio con los entes del Gobierno que le mueve los hilos, que, mediante sus acciones contradictorias, le cierra las puertas al diálogo que, desde un principio y al día de hoy, claman pacíficamente quienes quieren y defienden su Universidad.

sábado, 6 de marzo de 2010

Porque todas somos mujeres trabajadoras

“Nuestras mentes trabajan. Nuestros pechos trabajan. Nuestros puños trabajan”.
-Julia de Burgos, Somos puños cerrados

¿Por qué se conmemora el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras?

Aunque no está claro en qué año fue la primera vez que se celebró el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, hace décadas que las mujeres del mundo se unen el 8 de marzo para exigir la igualdad de derechos frente a los hombres. Haya sido resultado de una propuesta en una conferencia, de la indignación ante la muerte de obreras quemadas en una fábrica o de una gran huelga, lo cierto es que las mujeres se manifiestan ese día por mejores condiciones de empleo.


Mujeres, porque somos muchas


Cada mujer tiene características y circunstancias diferentes. No somos “la mujer”; somos muchas mujeres, únicas, diversas. La homogenización del género se utiliza para crear una sola identidad para todo un grupo con el fin de controlarlo. A “la mujer” se le asignan roles, se le adjudican cualidades y defectos, se le mira como un individuo estático que está en el mundo para cumplir con ciertas tareas y se debe reprimir cuando se desvía del guión establecido. Pero, no. Las mujeres somos ricas en nuestras diferencias. Las mujeres somos libres para tomar decisiones. Las mujeres requerimos respeto y equidad.

Trabajadoras, porque todas aportamos

Cuando hablamos de mujeres trabajadoras no nos referimos únicamente a las que reciben remuneración por sus servicios. Cada una, desde su posición particular, realiza un trabajo necesario para la evolución de la sociedad. Las que crían a sus niños y niñas para que sean ciudadanos y ciudadanas útiles y concientes trabajan. Las que conducen autobuses trabajan. Las que cuidan a un familiar enfermo trabajan. Las que diseñan edificios trabajan. Las que imparten clases trabajan. Las que operan a personas enfermas trabajan. Todas somos trabajadoras.

Continuamos luchando

El trabajo y las condiciones en las que éste se lleva a cabo son fundamentales para el grado de nuestros derechos socio-económicos, determinantes para todos los aspectos de nuestras vidas. Asimismo, la percepción que tenemos sobre nosotras y la que tienen las demás personas, unidas al contexto social, político, económico y cultural en el que nos desarrollamos, afecta nuestra situación como trabajadoras.

Los problemas que han sufrido y continúan sufriendo las mujeres por las erradas ideas de que son inferiores, están diseñadas solamente para parir y cuidar familiares, no tienen capacidad para ocupar posiciones de liderazgo y llevar a cabo tareas que requieran fuerza física o les pertenecen a sus parejas se trasladan a sus trabajos.

Así, la violencia doméstica provoca que las mujeres no puedan ir a trabajar por los golpes recibidos o por la depresión causada por el maltrato emocional, que sientan miedo al salir de su casa, que necesiten una orden de protección para llegar a sus trabajos, que no pueden concentrarse en sus tareas por miedo a que aparezca su agresor. Algunas de estas mujeres, en lugar de recibir apoyo, son víctimas de prejuicio, cuando sus patronos o compañeros y compañeras piensan que es una molestia tener que adoptar un protocolo para protegerla o que ella está poniéndoles en peligro.

La relación entre la identidad de las mujeres y la maternidad también puede conllevar discrimen en el proceso de contratación, en las condiciones y oportunidades en el trabajo y en el despido. Aunque las mujeres han logrado la licencia de maternidad y el periodo de lactancia, este acomodo puede motivar a un patrono a no contratarla, para evitar tener que garantizar estos derechos en el futuro, o a no darle un ascenso, porque tendría que abandonar la posición en el periodo de maternidad. Esta legislación protectora prohíbe el despido por razón de menor desempeño a causa del embarazo, pero todavía hay mujeres que son despedidas por esta causa y se intenta justificar la acción con otras razones.

El hecho de que no se pongan en vigor como es debido los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres es un punto importante en este renglón, ya que las mujeres no conocen las alternativas que tienen para decidir lo que hacen con sus cuerpos, no tienen acceso a éstas o son disuadidas cuando se disponen a aprovecharlas.

Asimismo, la doble jornada de trabajo, que se refiere a la combinación del empleo fuera del hogar y la carga de realizar sola todas las tareas domésticas y relacionadas con la crianza de los hijos y las hijas, provoca que las mujeres se desgasten y no tengan el tiempo necesario para ampliar sus horizontes profesionales.

De igual forma, las mujeres encuentran el obstáculo del “techo de cristal”; se les informa que tienen las mismas oportunidades de empleo que los hombres y que, si laboran para ello, pueden alcanzar los más altos puestos en sus lugares de trabajo. Diversas situaciones, muchas veces no directamente relacionadas con el empleo, les crean una barrera que les indica “puedes subir, pero sólo hasta aquí”. De esta manera, a pesar de que las mujeres –porcentualmente- tienen mejor educación y preparación que los hombres, están en desventaja cuando se examina la cantidad de ellas que ocupan posiciones de alta jerarquía en comparación con ellos. Muchas de ellas, incluso, realizan las mismas tareas que los hombres, pero reciben menores ingresos, aunque existe una ley que ordena igual paga por igual trabajo. Además, debido, en parte, a la desacertada concepción patriarcal de que una mujer no puede estar “por encima” de un hombre, las mujeres que ocupan altos puestos suelen ser invisibilizadas al no respetar sus puntos de vista, no incluirlas en la toma de decisiones o excluirlas de conversaciones.

El hostigamiento sexual, por otra parte, representa un grave problema en cuanto a las condiciones de trabajo de las mujeres. Es muy difícil completar una tarea cuando un supervisor o un compañero está haciendo acercamientos no deseados o dentro de un ambiente degradante por el comportamiento de quienes te rodean. De igual manera, el que tus funciones y beneficios no respondan a tus ejecutorias sino a si accedes a realizar favores sexuales o no, además de violar tu dignidad como ser humano, afecta tu producción como empleada. La idea de que las mujeres son solamente objetos sexuales, que muchas veces se enseña en los hogares y se refuerza en los medios de comunicación, fomenta estas actitudes y le resta valor al trabajo de las mujeres.

Reclamo unificado

No basta un día para todas estas denuncias, pero el 8 de marzo es la fecha que hemos escogido para unir nuestras voces, con el fin de que los reclamos de cada una se escuchen con más fuerza. Por eso, este lunes, volveremos a la calle –las mujeres y los hombres, conscientes de que una sociedad igualitaria y justa es una mejor sociedad para todas y todos- a exigir equidad de género.

sábado, 16 de enero de 2010

¿Todos los seres humanos son iguales? O un doble discurso inhumano

I.
Un movimiento de placas en la corteza terrestre hizo visible la pobreza extrema en que viven millones de personas. Otras millones de personas, que vivían ajenas a las condiciones en las que sobreviven las primeras –por una historia política, económica y racial injusta que nada tiene que ver con creencias en dioses y pactos con diablos-, enloquecieron ante la falta de información e imágenes sobre el terremoto.

II.
Empezaron a llegar estimados de personas muertas, fotos de niños y niñas con la mitad de la cara vendada y sonidos de llantos. La demora se debió, en parte, a la necesidad de asegurar la frontera para evitar la inmigración ilegal en el momento de crisis. Las millones de personas del segundo grupo se conmovieron al ver las filas de cadáveres en sus televisores plasma.

III.
Las organizaciones internacionales asignaron fondos. Unos países donaron euros, algunos reclutaron rescatistas y otros enviaron doctores. Se realizaron telemaratones y se establecieron centros de acopio de productos de primera necesidad en canchas, bancos, iglesias, escuelas y comercios. Los titulares cambiaron su letra de desolación a una más positiva sobre la ayuda brindada a “nuestros hermanos y hermanas de Haití”.

IV.
Algunas personas del segundo grupo pensaron que era una excelente oportunidad para hacer espacio en su clóset y sacaron ropa para regalarle a las personas damnificadas. Ante la avalancha de vestimenta, los entes organizadores señalaron que era más necesaria la comida enlatada, las medicinas y, sobre todo, el agua embotellada: los seres humanos se pueden mantener vivos sin muchas otras cosas, pero el agua es esencial.

V.
Una residente del municipio de Toa Baja, al norte de Puerto Rico, compró una caja de botellas de agua y la llevó a un coliseo. Su caja se confundió con las que llevaron otras decenas de personas. Más tarde, apareció ante las cámaras Lucé Vela, la “primera dama” que es “maravillosa en todo”, pasándole la caja de agua a un voluntario del centro de acopio, de la forma más maravillosa que se puede pasar una caja de agua: con una gran sonrisa y un peinado perfecto.

VI.
La residente llegó satisfecha a su hogar. Le contó a un vecino que había ayudado a sus “hermanos y hermanas de Haití”. Él le contó que la Autoridad de Energía Eléctrica lo había amenazado con multarlo y cortarle el servicio si seguía permitiendo que una comunidad vecina tomara de su electricidad. La residente le dijo que no se metiera en problemas por ayudar a inmigrantes ilegales que se habían apropiado de un terreno que no les pertenecía. El gobernador lo había explicado en el noticiario: si estaban en esa situación era porque querían.

VII.
Al otro día, Villas del Sol no tenía luz eléctrica ni agua potable. El agua sólo es esencial para los seres humanos.